Su teléfono sonó en el Culto por accidente durante la prédica.
El pastor lo regañó, los diáconos lo amonestaron, algunos hermanos le dijeron algunas indirectas, otros lo regañaron y su esposa siguió sermoneándolo sobre su descuido, todo el camino a casa. Se podía ver la vergüenza y la humillación en su rostro.
¡Nunca más volvió a pisar el templo..!
Esa noche, se fue a un bar. Todavía estaba nervioso y temblando. Derramó su bebida en la mesa por accidente. El mesero se disculpó y le dio una servilleta para que se limpiara. El conserje trapeó el piso. La gerente le ofreció una bebida de cortesía, mientras también le daba un gran abrazo y le decía: No te preocupes, hombre, ¿quién no comete errores?
¡No ha dejado de ir a ese bar desde entonces..!
LECCIÓN: A veces nuestra actitud de creyentes, aleja a las almas de la Iglesia. Nuestra actitud rompe nuestras relaciones y destruye nuestras familias.
Puedes marcar la diferencia, por la forma en que tratas a otras personas, especialmente cuando cometen errores.
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