Bueno, no creo que la página esté más rápida, lo que no deja de lado, por cierto, que sí crea que la mayoría de los presentes sean a) eyaculadores precoces o b) que sufran disfunción eréctil. En realidad me inclino bastante por la b, y las razones sobran, aunque no sería apropiado exponerlas. Ahora, la mayoría de la gente puede pensar que la incapacidad para sostenerse como un mástil en la batalla se debe a que no se quiere ir a la guerra, cuando bien podría ser que se va a la guerra todo el tiempo, que la guerra es un asunto perpetuo. Estos días (para tomar un ejemplo concreto) he tenido cierto tiempo de reposo, de nuevo he vuelto a sentir que mi cuerpo es mi cuerpo (con los inconvenientes y ventajas que esto acarrea), y esto se debe a que mi novia ha estado ausente algunas semanas. Me repongo y me hidrato como es debido, pero ya veo venir de nuevo la oleada de sexo que va a destruirme, la vaticino con las estrellas, esa temporada que exige de mí que me transforme en una máquina de follar (con erección infinita y propulsión a chorro): las noches de follar antes de cenar, después de cenar y antes de dormir; despertar a media noche y volver a follar; follar cuando suena el despertador y follar mientras se camina a la ducha (¿quién dice ducha? Nadie); follar comiendo cereal (¡mi vida es tan rutinaria, ahora lo veo!); follar al salir a fingir que trabajo; follar al regresar a casa; follar paseando al perro; follar en el campo de golf; follar en el yate; follar haciendo picnic; etc. Etc. Etc. Etc. Y quisiera negarme, pero no puedo, mi cuerpo cuando no es mi cuerpo es King Kong, es una bazuca lanzando espermatozoides en un flujo ininterrumpido y continuo. Continuo entre comillas, claro, porque es cortado por mi novia, formamos una máquina de follación tradicional bien aceitada, una máquina de no-hacer hijos. ¿Qué podría hacer yo? Nada, solo aceptar que las circunstancias no pueden cambiarse siempre, y que me embullen como el mirlo al gusano de seda.