Que nadie me arrebate las arrugas de mi frente, conseguidas a través del asombro, ante la belleza de la vida.
O las de mi boca, que demuestran cuánto he reído y cuánto he besado.
Y tampoco las bolsas de mis ojos: en ellas está el recuerdo de cuánto he llorado.
¡Son mías y son bellas..!
.