Quisiera ser un magnate de cualquier tipo, un magnate en Bulgaria o en Lisboa. No es lo mismo. No será jamás lo mismo. Ahora, mientras voy escribiendo, el ojo de vidrio se va llenando de lágrimas que no he llorado, me compadezco un segundo de mí y otro segundo de Gian dei Brughi. Luego otro segundo de mí y luego otro segundo de él. Ocupa un cuerpo sin recuerdos, es decir, los falsos recuerdos le parecen verdaderos, siente que el mundo es mundo y sólo por eso tengo una infinita piedad de él. Si fuera yo un magnate lo primero que haría sería dejar de serlo, dilapidaría todo en un segundo, compraría la Luna completa de ser necesario.