No concibo un crecimiento económico, sin justicia social, ni creo posible la justicia social, sin crecimiento económico.
No concibo que la persona humana deba estar al servicio del sistema económico, pero tampoco al servicio del Estado, sino que son el sistema económico y el Estado, los que deben estar al servicio de la persona humana.
No concibo la libertad sin solidaridad, ni tampoco la solidaridad sin libertad.
Tampoco concibo la libertad sin autoridad, ni la autoridad sin libertad.
Porque creo que la dignidad y el valor esencial de la persona humana, deben estar por encima de todo lo demás, de toda ideología o sistema político, económico, social o religioso.
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