Después te llamo. Después lo hago. Después lo digo. Después yo cambio.
Dejamos todo para "después", como si el después fuese lo mejor.
Y eso lo hacemos, porque no entendemos que:
Después, el café se enfría.
Después, la prioridad cambia.
Después, el encanto se pierde.
Después, temprano se convierte en tarde.
Después, la añoranza pasa.
Después, las cosas cambian.
Después, los hijos crecen.
Después, la gente envejece.
Después, el día es noche.
Después, la vida se acaba…
Así que amigos míos, dejemos el "después" y hagamos el “ya, el ahora mismo”.
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