Tú y yo somos una tierna inspiración de Dios, que Él se ha tomado, el tiempo necesario para diseñar y elaborar.
Somos una obra de amor, que se encuentra en proceso de perfección. Y por ello, debemos pasar por diversas pruebas y adversidades, para que su esencia sea resaltada, con el único propósito de que le sirvamos en su proyecto de salvación.
En ocasiones, no entendemos el para qué de lo que nos sucede, pero solo por medio de nuestro testimonio de vida, podremos hablar con fe y convicción de Aquel que nos sacó de la oscuridad y nos trajo a su luz admirable.
No importa si somos barro perfumado o fango hediondo, el Divino Alfarero hará de nosotros su mejor obra. Creámoslo.
.
.