Por supuesto. Para muestra está la mía, que cambia todo el tiempo. Ayer estuve mirando como sin mirar a un montón de personas, y con la misma mirada capturé a un grupo de palomas. También miré a lo Salvador Elizondo el tiempo, y me pareció breve. Miré una puesta de sol en un libro. Miré microscópicamente los deseos del mundo, telescópicamente sus sueños, escuálidamente sus esperanzas. Miré como Diógenes, también, y me reí de mí: entonces me vi a mí mismo riendo (de mí), todo era como un sueño, aunque bastante más real. Abrí los ojos en medio de la noche y pude mirar el fondo de la negrura. Cosas así.