Regularmente, vivimos angustiados por los afanes del mundo y esto le roba tiempo, precioso y valioso, a nuestra vida.
Nos privamos de sonreír y disfrutar con las personas que amamos, buscando soluciones a las circunstancias negativas.
Somos tercos y no aprendemos la lección, la vida se nos puede ir en un segundo.
Así que vivamos este día a plenitud, a pesar de los problemas y situaciones difíciles, que podamos estar enfrentando, porque los que confiamos en Dios, sabemos que para Él nada es imposible y todo es posible, para el que cree.
Vivamos un día a la vez y aprovechemos cada minuto vivido, para amar, reír y ayudar.
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