Reír, es arriesgarnos a parecer tontos.
Llorar, es arriesgarnos a parecer sentimentales.
Presentar nuestras ideas, es arriesgarnos a ser traicionados.
Amar, es arriesgarnos a no ser amados.
Tener esperanza, es arriesgarnos al fracaso.
Pero, ¿sabes qué? Debemos arriesgar, porque el mayor peligro en la vida, es no arriesgar nada.
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