Conságrate al Eterno todas las mañanas. Haz de esto tu primer trabajo.
Sea tu oración: “Tómame, ¡oh Señor!, como enteramente tuyo.
Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti.”
Este es un asunto diario. Cada mañana, conságrate al Eterno, por ese día.
Somete todos tus planes a Él, para ponerlos en práctica o abandonarlos, según te lo indicare su providencia.
Podrás así poner cada día tu vida en las manos del Eterno, y ella será cada vez más semejante a la del Mesías...
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