Lo admito.
Tuve que matar el cariño que sentía por algunas personas, cuando vi que no sentían lo mismo por mí.
Tuve que matar ese cariño, cuando me di cuenta, que si no era yo quien los llamaba o escribía, mi celular permanecía en silencio.
Tuve que matar ese cariño, cuando me di cuenta que no se alegraban de mis alegrías, como yo me alegraba de la de ellos.
Entonces, maté el cariño y también las ganas..., las ganas de estar para personas, que no estaban cuando yo las necesitaba.
Maté las ganas de correr a ayudar a personas, que no eran capaces de mover un solo dedo por ayudarme a mí.
Maté la preocupación que sentía por esas personas, cuando noté que yo les daba lo mismo.
Lo admito... Maté varios sentimientos hermosos que yo tenía. Lo sé. Pero juro que fue en defensa propia. Porqué sino los mataba yo, me iban a matar ellos a mí.
.