Te lo pregunto, porque a mí me dieron este consejo y puede que te sirva:
Mira en tu jardín las rosas entreabiertas, y nunca los pétalos caídos...
Observa en tu camino la distancia que has vencido, y nunca lo que falte todavía...
Guarda de tu mirar los brillos de alegría, y nunca las nieblas de tristezas...
Retén de tu voz carcajadas y canciones, y nunca los gemidos dolorosos...
Conserva en tus oídos las palabras de amor, y nunca las de odio...
Graba en tus pupilas el nacer de las auroras, y nunca tus ponientes lastimosos...
Conserva en tu rostro las líneas de las sonrisas, y nunca los surcos de tu llanto...
Cuenta a los hombres el azul de tus primaveras, y nunca las tempestades del verano...
Guarda en tus mejillas solo las caricias disfrutadas, y olvida las bofetadas recibidas...
Conserva de tus pies los pasos rectos y puros, y olvida los caminos equivocados.
Así que recuerda con placer tus escaladas, y olvida las desilusiones del descenso...
Recuerda los días en que fuiste agua limpia, y olvida las horas en que te sentiste pantano...
Cuenta y muestra las medallas de tus victorias, y olvida las cicatrices de las derrotas...
Mira de frente el Sol que existe en tu vida, e ignora la sombra que queda atrás...
Recuerda, amigo mío, que la flor que se abre es más importante que mil pétalos caídos. Y que solo un mirar de amor, puede llevar consigo calor para entibiar muchos inviernos...
Por tanto, sé optimista, y no te olvides que en la profundidad de las noches sin luna, es donde brillan mucho más las estrellas…
¡QUÉ TU VIDA SEA UN JARDÍN FLORIDO!
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