Se levanta temprano, oyendo tus gritos,
en el fondo de su odio, tiene tu nombre escrito,
te haces llamar padre, nada le falta a tu hija,
pero le falta cariño, ¡y en eso no te fijas!
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Chiquilla desorientada, te mira con espanto,
a diario le pegas y no consuelas su llanto,
es demasiado sufrimiento, el que ella guarda,
y más cuando tu mano queda, marcada en su espalda.
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Ella no tiene la culpa de todos tus problemas,
darle golpes o patadas, ese es tu dilema,
su infancia se marchó, no dejas que ella juegue,
ella te suplica diciendo: ¡PAPI NO ME PEGUES!
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Tú, sinceramente, no tienes perdón,
le quebraste algunos huesos, y además el corazón,
ella camina sola en el fondo del abismo,
tú llegarás a viejo y te hará lo mismo...
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