No llores, se les dice desde niños. Los hombres no lloran, se les recuerda día tras día. Llorar es cosa de niñas, insisten una y otra vez.
Y nosotros, obedientes reprimimos nuestros sentimientos y nos tragamos todas las lágrimas.
Pero al final, los hombres también lloramos.
Nos cuesta romper esos mandatos, nos cuesta arrancar esas corazas, pero cuando nos sacuden el alma, los hombres también lloramos.
Lloramos por la ausencia de la madre.
Lloramos por la ausencia del padre.
Lloramos por las mujeres que hemos amado.
Lloramos por cada uno de nuestros muertos.
Lloramos por los desengaños y las traiciones.
Quizás no nos veas, quizás no lloremos frente a nuestros hijos. Frente a su mujer. Pero cuando el miedo nos atenaza, cuando el dinero no alcanza, cuando los amigos nos fallan, cuando las fuerzas se nos acaban, en silencio y a escondidas: verás que los hombres también lloramos.
.