Un día orando, le dije a mí Señor: Tú el alfarero y yo el barro soy. Moldea mi vida, a tu parecer, haz como Tú quieras, hazme un nuevo ser.
Me dijo: No me gustas, te voy a quebrantar y en un vaso nuevo, te voy a transformar, pero en el proceso, te voy hacer llorar, porque por el fuego, te voy hacer pasar.
Quiero una sonrisa, cuando todo va mal, quiero una alabanza en lugar de tu quejar, quiero tu confianza en la tempestad, y quiero que aprendas también a perdonar.
¿Te acuerdas de esa linda canción? Así que, mi amigo, deja que Dios sea el Alfarero en tu vida y la transforme.
.
.