Cierto día, caminando por la playa reparé en un hombre que se agachaba a cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo una y otra vez.
Tan pronto como me aproximé, me di cuenta de que lo que el hombre agarraba, eran estrellas de mar que las olas depositaban en la arena. Una a una las arrojaba de nuevo al mar.
Intrigado, lo interrogué sobre lo que estaba haciendo y me respondió: Estoy devolviendo estas estrellas de mar al agua. Como ves, la marea es baja y se han quedado en la orilla. Si no las arrojo rápido morirán aquí.
Entiendo, le dije, pero debe haber miles de estrellas de mar sobre la playa y nunca podrías devolverlas a todas. Quizá no te hayas dado cuenta de que esto mismo sucede en cientos de playas a lo largo de la costa. ¿Acaso no estás haciendo algo que no tiene sentido?
El hombre sonrió, se inclinó, tomó una estrella de mar y mientras la lanzaba de vuelta al agua me respondió: Para ésta sí lo tuvo.
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Amigo, cada mensaje que yo envío, es como una estrella que arrojo al mar. Sé que en este mundo complicado y acelerado, un solo gesto de ternura y solidaridad tal vez no alcance, pero si nada puedo hacer para solucionar todas las penas del mundo, sí puedo intentar ayudar a los que tengo a mi alcance.
Así que, si alguna vez a través de mis mensajes te hago reflexionar, reír o emocionar, entonces eres una de esas estrellas que ha vuelto al mar, a contarle a las otras que la bondad existe y que todavía hay seres que creen en los demás.
De todo corazón te deseo lo mejor. Quiera Dios que mis mensajes sigan llevando un poco de Luz y Amor a las vidas, de quienes con benevolencia los reciben y los reenvían.
Que tengas un excelente día.
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