San Mateo, en su capítulo 6, versículo 34 decía: “Bástele a cada día, su propio afán…”.
Entonces, ¿por qué te preocupas de tantas cosas? ¿Por qué llevas el peso de un ayer que lamentas, si ya no está en tu mano? ¿Por qué te angustia el temor de un mañana, que quizá no vas a ver?
“Bástele a cada día, su propio afán…”.
El ayer pasó. El mañana no ha llegado. Así que llena bien el hoy, que tienes en tu mano.
Deja el ayer que te atormenta, a mi Divina Misericordia. Deja el mañana que te inquieta, a mi Providencia Divina. Y mientras tanto, tú, piensa únicamente en qué dispones de hoy, esto para servirme y para amarme.
Aprovéchalo. Agradécelo. Llénalo. Piensa que hoy es tu día, que te doy para que te acerques a mi corazón y prepares tu Cielo.
“Bástele a cada día, su propio afán…”.
Con ayer no cuentas. Con mañana tampoco. Para luchar, para vencer, para reparar, para amar, cuentas con hoy.
Así que amigo mío, santifica el día de hoy y santificarás tu vida.
.