Eran las 4 de la mañana de un viernes, y Marcos, sentado solo en la barra de la discoteca, pensaba en por qué se había dejado convencer por sus amigos otra vez.
Marcos tendría que trabajar al día siguiente, y a diferencia de ellos, él nunca conseguía ligar. Así que mientras sus amigos iban de "caza" y cada uno conseguía un trofeo para calentarse la cama esa noche, Marcos se quedaba aburrido, emborrachándose y mirando el móvil. Y la verdad, eso lo podía hacer en casa. Allí, por lo menos, Kelvin, su gato, le hacía compañía, mientras veía alguna película.
Pensando en estas cosas, no se dio cuenta de que una hermosa mujer, con un vestido negro de fiesta muy corto, se sentó a su lado e intentó entablar conversación con él, hasta que ella chasqueó los dedos frente a su cara.
¡Hey!, dijo la mujer, sacando a Marcos de su ensimismamiento. ¿Puedes verme, verdad? Marcos parpadeó y finalmente se centró en la hermosa mujer que tenía delante. Sí, puedo verte, disculpa, es que estaba pensando en algo más. Soy Marcos, ¿y tú? La mujer sonrió amablemente. Encantada, soy Alba. ¿Qué te trae a ti solo por aquí esta noche?
Marcos se encogió de hombros, sonriendo ligeramente. Bueno, mis amigos están de caza y yo soy más de quedarme aquí. ¿Y tú? ¿Qué te trae a ti por aquí?
Alba rió suavemente. Estaba celebrando el cumpleaños de una conocida, pero la fiesta era un muermo. Me escapé un rato para buscar algo de beber y encontré esta discoteca. ¿Tú también necesitas un trago? Marcos asintió, y a medida que la conversación fluía, ambos se fueron animando.
Después de un rato, Marcos reunió el coraje para proponer algo. Oye, mi casa está cerca, ¿quieres ir a tomar algo allí? Es mucho más tranquilo que esto.
Alba sonrió, aceptando la invitación. Juntos salieron de la discoteca y caminaron hacia la casa de Marcos.
Al llegar a la puerta, Marcos la abrió, y entró. Sin embargo, Alba se quedó quieta en el umbral, mirando fijamente a Marcos. ¿Puedo pasar?, preguntó Alba en un tono muy seductor.
Marcos estaba a punto de responder que estaba invitada, pero en ese momento, su gato, Kelvin, comenzó a bufarle a la chica, con el lomo erizado y enseñando los colmillos. Marcos quedó desconcertado al ver la reacción del gato y luego la de Alba, quien, asustada, retrocedió instintivamente al notar la hostilidad de Kelvin. Alba se disculpó y rápidamente se alejó de la puerta de Marcos, sin comprender del todo lo que había sucedido.
Una vez que Alba se hubo ido, Marcos se dirigió a Kelvin, reprochándole su comportamiento. ¿Por qué la asustaste, Kelvin? No estaba nada mal.
El gato, como siempre esperó unos segundos antes de contestar. Lo siento, Marcos, pero tenía que hacerlo. Alba era una Vampiresa. Marcos levantó una ceja, sorprendido. ¡Ya lo sabía! Y son espectaculares en la cama.
Kelvin rodó los ojos, asombrado por la reacción de su dueño. ¡Tú eres tonto o te lo haces? No me refería a eso. Era una vampiresa de verdad, de los que beben sangre.
Marcos se quedó boquiabierto. ¡Oh! Entonces, gracias por protegerme, Kelvin, pero deberías habérmelo dicho antes.
El gato bufó con exasperación. La verdad, Marcos, cualquier día dejaré que te coman. Y muy dignamente, se sentó a lamerse las pelotas. Fin.
(Autora Diana Writers. Todos los derechos reservados).
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