COMO TANTAS PÁGINAS, LATINASK UTILIZA COOKIES SI CONTINÚAS NAVEGANDO, SIGNIFICA QUE ACEPTAS ESTA CONDICIÓN
+1 voto
25 visitas
preguntado por Semipesado (388k puntos) en Misterios

Relato de amor sobrenatural. Las sombras envuelven los pasillos del hospital abandonado, un lugar que alguna vez fue mi hogar y mi campo de batalla. Como doctor, me esforcé por aliviar el sufrimiento de aquellos que llegaban en busca de ayuda.

Sin embargo, ahora soy un espíritu perdido, condenado a deambular entre estas paredes. Observo a los intrusos que se aventuran en este lugar olvidado, curiosos por lo que yace en su interior. Me gustaría irme con ellos, pero son astutos y todos se sacuden antes de partir, mientras mi esencia como persona, se desvanece un poco más cada día que pasa, como una neblina que se disipa al amanecer.

Miro a través de los cristales rotos de las ventanas, recordando los rostros de los pacientes que no pude salvar. Sus lamentos y susurros todavía resuenan en mi mente atormentada. ¿Qué más podría haber hecho? Esa pregunta me persigue, incluso en la muerte.

A veces, intento comunicarme con los vivos: un suspiro frío en la nuca, una sombra que se desliza por el rabillo del ojo, pero siempre huyen, llenos de temor. Casi todos.

La excepción es pelirroja, una joven, apenas una mujer que viene todos los viernes con su cámara en mano, grabando cada rincón. Parece que no le teme a nada, ni a la oscuridad, ni a la soledad, ni a mí. Cada vez que golpeo una puerta, hago que su linterna parpadee o bajo la temperatura de la habitación en la que se encuentra, veo cómo su cara se ilumina de entusiasmo y con voz clara narra todo lo que ocurre para la cámara.

Me gusta observarla, su radiante juventud y la mirada decidida de sus ojos me embelesan. En su pelo aún trae rayos de sol y toda ella rebosa vida.

Es todo lo contrario a este lugar que huele a muerte y decadencia, el edificio es viejo y se está desmoronando, hay zonas que son muy peligrosas, el agua de la lluvia se ha filtrado por el tejado y algunas partes de los suelos de madera se están pudriendo, y a mí me pasa lo mismo. Mi identidad también se desmorona, y sé que me falta poco para ser uno de esos espectros aulladores sobre los que hablan las historias.

Por esa razón, cuando el último día al marcharse me encontré pensando que me gustaría que se quedase más tiempo, que compartiera la eternidad conmigo, y pensé: "¿Me habré enamorado?" En ese momento me decidí a actuar y con la poca cordura que aún poseo tracé un plan maestro.

Hoy es viernes de nuevo, ella acaba de llegar y se adentra despreocupada en las entrañas del hospital, ajena a sus peligros. Yo la sigo, y empiezo con mi número. Tiro objetos al suelo con un estruendo sobrenatural, hago que las paredes retumben y rompo cristales con un estrépito que parece salir de las profundidades del infierno. Todo ello la guía hacia el corazón mismo del edificio, una zona inexplorada para ella; la que tiene el suelo en peor estado.

La chica avanza, valiente pero visiblemente inquieta. La luz de su linterna parpadea, revelando destellos de la degradación que ha consumido este lugar. Sin embargo, no parece asustada. Sus pasos resuenan en los pasillos vacíos, y su voz murmura palabras tranquilizadoras para sí misma.

Pero yo no me detengo y derrumbo el suelo de un pasillo instantes después de que ella haya abandonado, ahora empiezo a oler su miedo, así que empujo y la encierro en una habitación. La puerta se cierra de golpe detrás de ella con un estruendo que sacude el edificio. La luz de su linterna parpadea aún más intensamente, y en medio de la penumbra, mi figura se materializa ante ella de manera terrible y amenazadora. Sus ojos se abren con asombro y terror.

Como un vendaval, me lanzo hacia ella, arañando su cara y rasgando su ropa con mis manos incorpóreas. Su grito corta el aire, y el miedo se refleja en sus ojos, mientras se aferra a su linterna. La lucha entre la vida y la muerte, entre el pasado y el presente, se libra en ese instante. Ella implora clemencia pero yo no puedo detenerme.

La chica, con lágrimas en los ojos, encuentra la fuerza para abrir la puerta cercana y huye. Lanzo todo lo que encuentro a mi paso hacia ella, que gimotea de dolor, mientras corre hacia donde yo había planeado que lo hiciera.

Al final, pletórico, la veo atravesar la última puerta, la del hospital, dejándome atrás en la oscuridad. La observo alejarse con una mezcla de emociones: una parte de mí anhela su compañía, mientras que otra reconoce que la he aterrorizado lo suficiente para que no vuelva jamás. Llamadme romántico o loco, pero la prefiero viva y feliz, que encerrada conmigo en este mausoleo para siempre. Fin.

(Laberinto de Historias. Autora: Diana Writers. Todos los derechos reservados).

.

1 Respuesta

+1 voto
respondido por Supermediano (287k puntos)
seleccionada por
 
Mejor respuesta

                    .

.

.


image

comentado por Semipesado (388k puntos)
Yo creo que sí se enamoró, porque la dejó ir, la dejó vivir. Gracias mi amigo







358 En línea
1 Miembros y 357 Invitados
Miembros conectados ahora en LatinAsk
Visitas de hoy : 4584
Visitas de ayer : 25160
Total de visitas : 33626779