Imagina que estás en un torneo mundial de ajedrez y te encuentras en la final.
¡El premio es de 10 millones de dólares!
¿Cuánto tiempo te tomarías para hacer cada jugada?
¡El que sea necesario! ¡No importa, no puedes perder! ¡Tienes que pensar en cada movimiento que haces!
AMIGO, así deberíamos pensar, antes de sacar cada palabra de nuestra boca. Aquí no son 10 millones los que están en riesgo:; ¡son vidas, son almas, es tu eternidad!
Debemos pensar cada palabra perfectamente antes de sacarla de la boca, y preguntarnos:
¿Voy a herir o voy a alentar?
¿Voy a dañar o voy a reparar?
¿Voy a conectarme con Dios o voy a desconectarme?
¿Voy a ayudar o voy a perjudicar? ¿Estoy dando vida o muerte con mis palabras…?
Y así con todas y cada una de nuestras palabras.
Si reflexionamos antes de hablar, seguramente nos salvaremos de caer en este grave pecado. (Salo Michán M.).
.