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preguntado por Semipesado (388k puntos) en Familia

En una casa tranquila, había una encantadora niña, con trenzas dobles adornando su cabeza y un vestidito blanco como la nieve. Ese día, estaba absorta en su habitación, entretenida con su muñeca, cuando de repente, con una expresión de descontento, arrojó la muñeca al suelo. ¡Ah, qué aburrimiento! No hay nada que hacer en esta casa. Estoy cansada de jugar con muñecas. Eso es cosa de niños", murmuró para sí misma, mientras se colocaba la mano bajo el mentón y rodaba los ojos.

De repente, como un destello de diversión, una idea traviesa cruzó su mente. Reflexionó: ¿Y si invento historias? ¡Eso puede ser muy divertido! La niña fingió estar asustada y comenzó a exclamar; ¡Mamá, mamá, hay algo extraño afuera de la ventana tratando de entrar! Es un espíritu.

Su madre, con un delantal y guantes, estaba ocupada preparando un pastel en la cocina, cuando escuchó el grito de su hija. El pastel se le resbaló de las manos y cayó al suelo, y rápidamente agarró un lanzacohetes (sí, un lanzacohetes) de algún lugar, y subió las escaleras hacia la habitación de la niña.

Al entrar en la habitación, la madre encontró a su hija acurrucada junto a la pared, con los ojos bien abiertos en falso. Examinó cuidadosamente el lugar, observando la ventana y las esquinas de la habitación, pero no pudo ver ninguna señal del supuesto espíritu.

Preocupada, la madre preguntó: ¿Dónde está el espíritu, querida? La niña, todavía divirtiéndose con la broma, sonrió maliciosamente y respondió: Oh, mamá, no lo vas a creer, ¡se ha desvanecido! Aliviada y un poco cansada, la madre suspiró y comentó: ¡Uf, qué alivio! Luego corrió escaleras abajo y regresó a la cocina, dejando a la niña riendo incontrolablemente. La niña se reía tanto, que finalmente cayó hacia atrás, sujetándose el estómago con alegría. Era un día común en esa casa, donde las travesuras de la niña añadían una dosis extra de diversión a la rutina.

Sin embargo, la tentación era irresistible, y la niña decidió intentarlo de nuevo. Levantándose y soltando un grito, como si hubiera presenciado algo realmente aterrador, exclamó: ¡Mamá, mamá, hay algo afuera de la ventana!

La madre, que estaba ocupada nuevamente, preparando un pastel, dejó caer el pastel al suelo una vez más, tomó una armadura completa de caballero, incluyendo casco, botas, espada y escudo, y subió las escaleras rápidamente.

Al llegar a la habitación, la madre encontró a su hija con una expresión angelical, como la última vez. Preguntó con urgencia: ¿Dónde está el espíritu, mi querida? ¿Dónde, dónde? Pero la niña, riendo despreocupadamente, respondió: Ha desaparecido de nuevo. La madre, ahora un poco irritada, dijo: Deja de contar mentiras, estoy haciendo el pastel de tu padre aquí, y tendré que empezar de nuevo.

La hija continuó riendo y provocó: ¡Mamá, deberías haber visto tu expresión! Parecía que estabas a punto de embarcarte en una epopeya, con esa armadura. La madre salió de la habitación, un poco molesta, por haber sido engañada.

Sin embargo, mientras la niña reía, notó algo extraño en la ventana. Una sombra oscura, con garras afiladas, ojos rojos y una lengua bifurcada, comenzó a materializarse. La lengua de la criatura se deslizó siniestramente sobre la ventana. Cuando la niña lo vio, comenzó a temblar de miedo. Sus ojos se abrieron de par en par y la criatura abrió la ventana. Con manos aterradoras, la criatura agarró las trenzas de la niña, y comenzó a jalarla hacia afuera. La niña gritó desesperadamente: ¡Mamá, mamá, hay algo en la ventana!

La madre, que estaba ocupada haciendo el pastel y ya se había vestido de payaso para alegrar la fiesta de su esposo, pensó: Esta vez no voy a caer en esto. Debe ser otra de tus bromas. Después de todo, no estoy vestida de payaso para parecer tonta. La madre se puso auriculares y puso música fuerte, para bloquear el ruido de los gritos de su hija, mientras continuaba decorando el pastel. Sin embargo, el espíritu agarró a la niña y la arrastró por la ventana, desapareciendo en la oscuridad del bosque, para nunca más regresar.

MORALEJA: Esta fábula destaca el peligro de contar mentiras repetidamente, ya que la credibilidad se puede perder, cuando la verdad realmente es necesaria.

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1 Respuesta

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respondido por Supermediano (286k puntos)
seleccionada por
 
Mejor respuesta
Lo peor de esto es que de tanto que se miente.... Quien dice esa mentira se la llaga a creer!!!

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comentado por Semipesado (388k puntos)
¿Esto no te recuerda a aquel cuento de Pedro y el lobo?

Saludos mi amigo.






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