Sí, la vida es hermosa, pero por lo general, la complicamos con cosas insignificantes, y esto va generando, que en nuestro interior, vayan creciendo raíces de amargura, que nos roban la alegría de vivir.
Tengamos presente que cada día tiene su propio afán. Entonces, ¿por qué cargarlo con más problemas de los que ya tiene?
Mejor pongámonos los lentes de la fe, los zapatos de la esperanza y vistámonos con el traje del amor.
Y ahora sí, con optimismo, salgamos a conquistar el mundo con una hermosa sonrisa.
"Por tanto, no se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástenle a cada día sus propios problemas". (Mateo 6, 34).
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