Para ofenderme y molestarme, me dijeron que mi casa olía a perros y les pregunté:
¿Sabes a qué huele un perro?
Un perro huele a: gratitud, lealtad y cariño, amor puro e incondicional. Y a pesar de todo lo que han sufrido, no huelen a rencor, ni llevan maldad en el corazón.
Así que tengo suerte de que mi casa huela a perro y no a odio o malicia humana.
Agacharon la cabeza y salieron con el rabo entre las piernas.
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