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preguntado por Semipesado (388k puntos) en Misterios

Las luces la amaban, el brillo en sus ropas la recreaban como a una criatura irreal, la música era parte de su piel, de sus dedos contorsionándose en cada nota paralizando a todo su público, que embelesado la escuchaba cantar casi sin respirar para no romper el hechizo  que era Aurelia.

Había llegado a la noche de París desde algún lugar lejano, traía consigo un secreto, una decisión y el miedo debajo de sus zapatos de tacón bien pisoteado, para que nunca más nada la dañara, fue con ese juramento y lágrimas ardiendo en los ojos que se subió al tren que la depósito en aquella ciudad desconocida, tanto como deseaba serlo ella, una extraña sin pasado ni memoria.

Aurelia conquistó París en un abrir y cerrar de ojos, los dueños de los teatros se batían a duelo por tenerla sobre sus escenarios, los diarios se preguntaban quién era y de donde venía esa belleza de mujer que cautivaba con su voz rasposa, con su figura increíblemente alta y espigada, los hombres caían cautivos de esos enormes ojos grises, con una mirada entornada que sugería pero no dejaba saber que deseaba.

Cada noche su camerino se llenaba de ramos florares y tarjetas donde recibía mensajes de todo tipo, Aurelia ni los miraba, simplemente arrojaba los sobres al tacho de basura y las asistentes se llevaban las flores, ella jamás sonreía cuando el espectáculo terminaba, ni una palabra salía de su boca, y nadie osaba preguntarle por qué. Se le endurecía la mirada, a veces la vieron secarse con rabia alguna lágrima, ¿qué dolor guardaba su alma? Era imposible saberlo porque su silencio era sagrado.

Aurelia no dormía sin tomar un sedante, pasaba noches enteras mirando por la ventana, allí en ese edificio lujoso vivía su propio infierno, se paraba frente al espejo y se obligaba a recordar quién era, porque de tanto ocultarse al mundo, se iba olvidando su verdadero ser.

Pero el pasado siempre alcanza a quien huye, y una noche su voz murió de repente cuando entre la gente, Marco se abrió paso a codazos, se paró frente al escenario y a viva voz le gritó ¡te juré que te encontraría perra!

Todo fue silencio, el público parecía inmovilizado por una mano invisible, luego el horror cubrió de sangre el lugar y el brillo de Aurelia en la noche se apagó.

Los diarios llenos de fotos de ella otra vez, pero ya no brillaba, con la cabeza erguida y orgullosa, sonreía mientras la llevaban con las manos esposadas, aún tenían pólvora y manchas de sangre, porque ella de algún lugar sacó aquél revólver que siempre había tenido preparado. Y sin dudar ni temblar apuntó contra ese hombre surgido del ayer, ese hombre que le había arrancado su juventud y su inocencia, ese ser despreciable que durante años la había ultrajado y dominado, ese fantasma del que huyó y que al fin la encontró. Pero ella ya era libre hacía mucho tiempo, y esperaba decidida si llegaba el momento, apretó el gatillo hasta quedar sin balas, se acercó al cuerpo descalabrado que yacía en el suelo, la gente le abrió paso sin reaccionar, Aurelia le cerró los ojos, escupió sobre el rostro ensangrentado y estiró las manos, la policía la esposo, ella sonrió, sin mirar atrás ni a nadie caminó y se dijo para ella misma. (Ahora voy a brillar en paz, mientras a ti te abre las puertas el infierno).

Nadie supo cuál había sido la historia de Aurelia y Marco, pero tampoco jamás nadie la olvidó y el nombre de Aurelia sigue sonando en murmullos. Dicen que la noche de París, aún extraña su voz... (Graciela Actis).

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1 Respuesta

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respondido por Supermediano (287k puntos)
seleccionada por
 
Mejor respuesta

 Simplemente formidable!!!!!!!

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comentado por Semipesado (388k puntos)
Me alegro que te haya gustado







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