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preguntado por Semipesado (388k puntos) en NOCHES DE TERROR

Inés sujetaba con fuerza el cuchillo de cocina, mientras esperaba a que su víctima despertase. Y es que frente a ella, atado e indefenso, se encontraba Mauricio, el hombre que la había contratado como niñera, un anodino padre de familia de 45 años, que poco a poco iba saliendo del trance, producido por las drogas que ella le había dado.

¿Inés, qué ocurre?, fue lo primero que dijo con voz pastosa. Luego, cuando vio el cuchillo, añadió con urgencia: ¿Dónde están mis hijos? Ella le enseñó el cuchillo, a modo de respuesta. ¿Qué les has hecho?, gritó el hombre, debatiéndose con las ataduras y logrando únicamente apretar más los nudos.

Shhhh, susurró la muchacha, con una sonrisa macabra, y acto seguido colocó cinta americana, para taparle la boca a Mauricio. Ahora vas a estar calladito y me vas a dejar hablar. Sé que no me recuerdas, pero hace 15 años me arruinaste la vida.

Los ojos de Mauricio se desorbitaron, cuando comprendió quién era aquella mujer, a la que había contratado. Haciendo memoria, recordó el accidente que había causado hace 15 años, por conducir borracho, en el que había muerto un matrimonio y su hijo mayor, mientras que la pequeña de 10 años había quedado malherida.

Inés observó con frialdad, la expresión de horror en el rostro de Mauricio. El silencio solo era interrumpido por el débil sonido de susurros ahogados, tras la cinta americana. Recuerdo claramente esa noche, Mauricio. Aquel accidente destrozó mi familia, y tú seguiste con tu vida como si nada hubiera pasado, murmuró Inés con voz gélida. Hoy, finalmente, pagarás por lo que hiciste. Mauricio intentó articular palabras a través de la cinta, pero sus esfuerzos fueron en vano.

Inés continuó su relato con rabia: Después de perder a mis padres y a mi hermano, me quedé sola, para enfrentar el dolor y la desesperación. Nadie entendió el vacío que dejaste en mi vida. Ahora, he decidido hacer justicia por mis propias manos, declaró Inés, mientras caminaba alrededor de Mauricio, con el cuchillo aún en mano.

Tu familia pagará por tu negligencia. Por cada lágrima que derramé, ellos sufrirán. Tus hijos y tu mujer llorarán tu ausencia como yo lloré la ausencia de los míos,  anunció Inés con una mirada despiadada.

La mujer, imperturbable, se acercó lentamente a Mauricio y apoyó el cuchillo en su garganta, haciendo un pequeño corte, que tiñó de un tono carmesí los azulejos del suelo. ¿Estás listo para morir?, preguntó, mientras aumentaba la presión sobre el arma, que lentamente se iba abriendo camino entre capas de piel y músculo, para llegar a la yugular.

Mauricio lloraba y rezaba con los ojos cerrados, esperando el golpe final, cuando notó que Inés retiraba el cuchillo. Cuando abrió los ojos, su horror aumentó hasta tal punto, que creyó que iba a morir de miedo. Tras de Inés, estaban tres espectros desfigurados y retorcidos, hechos del material con el que se construyen las pesadillas. Eran una pareja y un joven, aquellos a los que les había arrebatado la vida y que suponía que venían a obtener venganza a través de la niñera.

Sin embargo, cuando hablaron, lo hicieron con voz dulce y se dirigieron a la mujer: Te entendemos, Inés, susurró el espectro de la madre con una voz etérea. Pero la venganza no resolverá tu dolor, ni devolverá lo que perdiste. Inés, sorprendida, miró a los espectros con desconcierto, mientras mantenía el cuchillo en la mano. La vida de Mauricio ya está marcada por sus acciones, pero la tuya no tiene que ser igual,  agregó el espectro del padre. Buscar venganza solo perpetuará el ciclo de sufrimiento. El espectro del joven se acercó con expresión compasiva. Entendemos tu dolor, pero hay caminos diferentes para sanar. Libérate de este peso.

Inés, entre lágrimas, dejó caer el cuchillo y retiró la cinta adhesiva de la boca de Mauricio. Este, aun temblando, balbuceó un agradecimiento. La venganza no traerá paz, dijo la madre espectral. Encuentra una manera de honrar la memoria de tu familia, sin perder tu propia humanidad.

Los espectros se desvanecieron lentamente, dejando tras ellos una última frase: La verdadera justicia es encontrar la paz. FIN. (Autoría: Laberinto de Historias).

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1 Respuesta

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respondido por Wélter (99k puntos)
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Intrigante y hermosa historia Marcelo. Saludos :)
comentado por Semipesado (388k puntos)
Sí, a mí me gustó mucho






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