A lo largo de los extensos trigales de la granja de Pedro, el resplandor dorado del trigo se extendía hasta donde alcanzaba la vista, creando una ilusión de un paisaje interminable. Su hogar, una casa blanca de dos pisos, se alzaba en el centro de esta inmensidad, rodeada por un establo y un granero que albergaban la vida y la cosecha de Pedro.
Pedro amaba su granja y sus noches se dedicaban a pasear entre las espigas acariciadas por la luz del crepúsculo. Pero esa armonía se quebró en una noche en particular. A las tres de la mañana, ruidos inusuales interrumpieron el sueño de Pedro y su segunda esposa. A pesar de la oscuridad, el cielo aún teñía el horizonte de un azul oscuro.
Debería ir a ver qué sucede, sugirió Pedro a su esposa, mientras se ponía su chaqueta y sus zapatos, y agarraba su escopeta. No pueden ser ladrones, el perro nos habría alertado, comentó ella, recordando la vez que el fiel can había ahuyentado intrusos del gallinero. De todas formas, tengo un presentimiento extraño. Necesito ver qué está ocurriendo afuera, respondió Pedro, murmurando.
Con su perro temblando en el porche, Pedro avanzó hacia el trigal, linterna en mano y escopeta lista. El perro, usualmente valiente, mostraba signos de miedo. La oscuridad entre las espigas ocultaba figuras y sombras que se movían rápidamente. ¡Alto! ¡Dispararé!, gritó Pedro, apuntando hacia las sombras.
En respuesta, una figura alta se detuvo y alzó las manos. Al iluminarla con su linterna, Pedro sintió cómo el miedo se apoderaba de él. Aquello no era un hombre, sino el espantapájaros que habían colocado en el límite del trigal. La criatura retorcida sonrió con un hocico de cerdo y garras en lugar de manos. Una risa demoníaca llenó el aire, erizando todos los vellos de Pedro. A la mañana siguiente, su esposa lo encontró casi catatónico, repitiendo sin cesar que el espantapájaros lo observaba.
La granja, ahora considerada maldita, fue vendida rápidamente, marcando el fin de la próspera vida de Pedro y dejando atrás un terreno que se sumió en la sombra de lo inexplicable.
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