Jonás no quería ir a Nínive a decirle a la gente que se arrepintiera de su maldad, pues si no lo hacían, serían destruidos en 40 días por Dios.
Jonás creía que esa gente merecía morir por lo malos que eran. Por eso se fue a otra parte. Ya en el barco, hubo una tempestad, lo tiraron al mar, lo tragó un gran pez, pero no lo mató, luego lo echó a tierra todo baboso para que obedeciera.
No dice qué era eso tan malo que hacían los de Nínive, pero lo importante fue que Dios los perdonó, porque se arrepintieron.
Así que amigo: No importa lo que hayamos hecho. Si nos arrepentimos, Dios nos perdona y nos da otra oportunidad de vivir y hacer las cosas bien.
Hasta a Jonás le dio otra oportunidad de hacer las cosas bien y obedecer.
.
.
.