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preguntado por Semipesado (388k puntos) en NOCHES DE TERROR
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Un joven pidió la mano en matrimonio de su novia y los padres le dieron cuatro meses de plazo para casarse.

Éste salió feliz de esa reunión y se metió a celebrar a una cantina. Ya ebrio, decidió irse a su casa. Era muy avanzada la noche y se le ocurrió tomar un atajo. La luna alumbraba mucho y se dijo: cruzaré por el cementerio, ¡vengo muy feliz! y nada me pasará. De repente, ¡paff!, se tropezó con algo y se fijó con qué se había tropezado. Era un cráneo. Lo levantó e influenciado por los efectos del alcohol, le dijo: ¡hip! no te conozco, ni sé quién serías en vida, pero estoy tan contento, porque me voy a casar, ¡hip! qué te invito a mi boda. Allá te espero ¡hip! y lo dejó donde lo había tomado. ¡Vaya macabra invitación! Aquel joven llegó a su casa, por fin y al otro día, ya bueno y sano, siguió su vida rutinaria.

El tiempo pasó volando y se llegó la fecha esperada. Se realizó la ceremonia religiosa y luego se reunieron todos en un salón, para la fiesta. Los novios atendían a sus invitados y la esposa le preguntó al joven marido, señalando hacia una mesa, ¿esa mujer la invitaste tú? y él le contestó que ¡no! Después, ambos le preguntaron a sus familiares, pero no iba con ninguno de ellos, así que les dijeron a los meseros qué no la atendieran, para ver sí se iba sola, pero las horas pasaron. Ya muchos se habían ido y ella seguía sentada sola en aquella mesa del rincón.

El joven intrigado, decidió acercarse a la mujer y le preguntó: Oiga, ¿la invitaron o viene usted con alguien? Ella le contestó: no vengo con nadie, pero sí me invitaron. Él le volvió a preguntar: ¿quién la invitó?, sí se puede saber, y ella le respondió, cuestionándole: ¿Es así como tratas a tus invitados? Tú me invitaste. Él le contestó: yo a usted no la conozco. Entonces ella le comentó: ¿Eres pendejo o te haces? Acuérdate que me levantaste del suelo del panteón y me invitaste personalmente. Aquella mujer cambió su apariencia para que le creyera: era una espantosa difunta y le dijo: no vuelvas a hacer la misma tontería, porque para otra vez, te llevaré conmigo al mundo de los muertos, ¡maldito borracho!

Aquella mujer se paró, dio unos pasos y ¡fhssss!, se esfumó ante su mirada. Aquel joven palideció y se quedó con la boca y los ojos abiertos de la impresión.

Ahora ya sabes ¡QUE DEBES DE MEDIR TUS PALABRAS, sobre todo CUANDO LE HABLAS A UN MUERTO..!

(Escrita por Roberto Negrete).

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