Hellen, de diez años, y Rick, de once, están caminando alrededor de una casa, con césped alto en el patio trasero, que tiene una ventana baja, que da al sótano. La ventana tiene el vidrio sucio por el polvo, telarañas en las esquinas y está agrietada.
Hellen dice: Vámonos de aquí, Rick. Él la mira con cara de duda y pregunta: ¿Por qué, hermana? Ella hace una expresión de miedo y responde: ¡Dicen que hay un monstruo que vive en el sótano de esta casa! Es aterrador. Once niños de nuestro vecindario desaparecieron. Dicen que vinieron a esta casa y nunca más se les vio.
Rick se ríe y dice: ¡Que tontería! ¿De verdad crees en eso? Hermana, los monstruos no existen. Vamos, entremos por la ventana.
Hellen tiembla con sus delgadas piernas, mientras Rick hace un esfuerzo para abrir la ventana. Rick se agacha para pasar por la ventana y se ríe: La ventana es pequeña, pero si me esfuerzo, creo que puedo pasar por ella. Queda un poco atrapado, pero logra pasar. Luego, pisa el sótano, que es un lugar oscuro, lleno de telarañas y muebles antiguos, como un sofá, una mesita con lámpara y televisores viejos esparcidos por todo el lugar.
Hellen pasa por la ventana y se acerca a Rick. Rick sonríe. Ahora busquemos al supuesto monstruo, hermana. Ella sujeta el brazo de él, impidiéndole avanzar. No sé, estoy asustada, Rick. Creo que es mejor que volvamos. Él retira la mano de ella de su brazo. Suéltame, hermana. Si tienes miedo, vuelve a casa. Yo seguiré. Desesperada, Hellen pasa por la ventana y huye por el patio de la casa corriendo. Alguien, desde la ventana de una habitación de la casa, observa a Hellen salir corriendo.
Ya en el sótano, Rick saca una linterna pequeña de su bolsillo e ilumina la oscuridad. Con cada paso que da, ve arañas corriendo por el suelo, cucarachas escondiéndose en agujeros en la pared e incluso un gato que se esconde bajo el sofá. ¡Animales repugnantes, si pudiera, los aplastaría a todos con el pie! Luego ve una cortina blanca. Parece que hay algo detrás de ella. Su corazón late con fuerza mientras se acerca a la cortina. Da un paso, traga saliva, da otro paso, su mano tiembla, da otro paso, siente calor en la nuca, señal de que algo siniestro está por ocurrir.
Cuando finalmente abre la cortina con la mano izquierda, ve a un hombre mayor atado a una camilla. El hombre gira su rostro aterrador hacia él. Niño, ¿qué haces aquí? Rick se asusta tanto que deja caer la linterna, que golpea el suelo y se rompe. Asustado, trata de hablar. Lo siento, señor, yo... yo... yo... El anciano lo mira con enojo. Niño tonto, deja de tartamudear y di de una vez qué haces aquí. Rick está paralizado por el miedo. Abre la boca en pánico y no puede decir nada.
Entonces, el hombre comienza a gemir y luego a gritar de dolor. Pelos comienzan a aparecer en el rostro del hombre, mientras sus orejas y brazos comienzan a crecer, como un globo inflándose. Dientes afilados crecen en su boca y sus ojos se vuelven rojos como la sangre. Grita mientras se retuerce violentamente, atado a la camilla. De repente, las ataduras se rompen y su rostro se deforma, convirtiéndose en un hocico de lobo. Su cuerpo se cubre por completo de pelo y se pone a cuatro patas, transformándose en un gran lobo. Al mirar a Rick, dice sus últimas palabras: ¡Comida! Después de eso, solo gruñe. La luna llena brilla en el cielo.
Al otro lado de la calle, Hellen espera a que su hermano regrese de la casa. Lo que ella no sabe es que él nunca volverá, al igual que los niños del vecindario que desaparecieron, porque también sucumbieron a la curiosidad. FIN.
(Escrito por: Comedia show).
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