Había una casa en un rincón apartado de la ciudad. Era un hogar, aparentemente tranquilo y acogedor. Sin embargo había algo que perturbaba a todos aquellos que osaban adentrarse en sus muros. Los padres, desesperados por encontrar una canguro, que estuviera dispuesta a cuidar de su hijo durante la noche, se encontraban siempre con la misma historia, una y otra vez: Nadie se atrevía a regresar.
Finalmente, encontraron a una chica Marie, una joven valiente y decidida, que aceptó el trabajo sin titubear. Le advirtieron sobre el comportamiento inusual de su hijo, quién a menudo se quedaba mirando fijamente a lugares vacíos, cómo si viera algo qué era invisible para los demás. A pesar de la inquietante que parecía eso, Marie estaba dispuesta a demostrar que no era fácil asustarla.
La noche avanzaba sin contratiempos, películas y palomitas ayudaron a crear un ambiente relajado, pero Marie no podía ignorar la extraña sensación que tenía, cuando detrás de ella, el niño no paraba de mirar con intensidad las escaleras o el techo, que estaban vacíos. Marie se obligó a mantener la calma, pensando que todo era fruto de fantasías.
Pasaron las horas y la noche sé sumió en una oscuridad profunda. De repente, el niño sé quedó paralizado en su asiento, con los ojos fijos en las escaleras. Marie sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y decidió enfrentar su temor preguntando, con una voz temblorosa:¿Qué ves allí, cariño? El niño señaló, con un dedo tembloroso y habló con una voz suave: Veo a una mujer con el pelo largo y blanco, pero no es una mujer normal. Está comiendo huesos.
Los ojos de Marie se abrieron de par en par, su corazón latía fuerte, trató de disimular su miedo, mientras seguía la dirección de la mirada del niño. Pero no había nada allí, dónde le decía el niño, solo había oscuridad en las escaleras.
Intentando calmar al niño, Marie le susurró que todo estaba bien y qué no había nada que temer. Pero su voz temblaba y su corazón sabía que había algo más allá que su vista no podía ver.
De repente un escalofrío recorrió la espina dorsal de Marie, cuándo oyó un crujido escalofriante. Lentamente el suelo de madera empezó a temblar bajo sus pies. Una sombra sé alzó en la penumbra: una figura oscura, con el pelo largo y rubio, tan claro que parecía blanco. El pelo se le movía, cómo si hubiera mucho viento.
La cara de Marie sé desencajó de temor, al ver aquel ser horrible. Intentó correr hacia la puerta, pero sus piernas parecían haberse convertido en plomo, de lo pesadas que las tenía. Así que la mujer de pelo largo avanzó hacía ella. Sus ojos oscuros brillaban con una malévola intensidad. Cuándo la mujer estuvo lo suficiente cerca, Marie pudo ver los huesos esparcidos que la mujer llevaba a su alrededor: Restos de sus otras víctimas.
El terror paralizó a Marie, mientras ésa mujer extendía sus garras afiladas hacía ella. El horror culminó en un grito ensordecedor, qué resonó en las paredes de la casa.
Los padres llegaron a casa, justo a tiempo para encontrar el cuerpo de Marie yacer sin vida en el suelo, pero sin sus huesos. Los padres se deshicieron del cuerpo de Marie y a la mañana siguiente pusieron de nuevo un anuncio: SE BUSCA CANGURO.
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