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preguntado por Semipesado (388k puntos) en NOCHES DE TERROR
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Lucas, Lucía, ¿queréis cenar?, preguntó Lucrecia, llamando a sus hijos desde la cocina. No, mamá. Estamos jugando con Dante, respondieron los mellizos al unísono, una habilidad que tenían y que sorprendía a su madre. ¿Dante? ¿Quién es Dante?, preguntó la mujer. Nuestro nuevo amigo, el que conocimos hoy, cuando llevamos flores a papá, respondió Lucas feliz. Su madre se estremeció ligeramente. Dante no era el primer amigo imaginario de sus hijos, pero la idea de que lo hubieran "encontrado" en el cementerio, no le gustaba demasiado.

Lucrecia, preocupada por las extrañas circunstancias en las que sus hijos habían "conocido" a Dante, decidió profundizar en el tema. Lucía, Lucas, ¿podéis contarme más sobre cómo conocisteis a Dante en el cementerio?, preguntó su madre con una mezcla de curiosidad y temor.

Lucía miró a su madre con los ojos llenos de inocencia y comenzó a relatar la historia de ese día en el cementerio: Mamá, tú estabas poniendo las flores en la tumba de papá, como siempre. Y de repente, vimos a Dante. Estaba parado junto a una lápida y nos sonrió. Dijo que estaba solo y que quería ser nuestro amigo. Lucía narraba la historia con entusiasmo, ajena a la incomodidad que su madre sentía.

¿Y cómo es Dante? ¿Me lo podéis describir?, preguntó Lucrecia, tratando de comprender mejor la situación. Es alto y delgado, con ropa rara, como de hace muchos años. Su piel es pálida, y sus ojos, sus ojos son oscuros, pero brillan de una manera extraña. Era como si estuvieran hechos de sombras. Lucía hizo una pausa, recordando la imagen con detalle.

La descripción de Dante solo aumentó la inquietud de la madre de los niños. Parecía algo sacado de una película de terror. Trató de sonreír para no preocupar a sus hijos, pero por dentro sentía que algo no estaba bien.

Niños, me alegra que hayáis encontrado un nuevo amigo, pero... ¿qué pasó con Lukilú, vuestro último amigo?, preguntó su madre, esperando que tal vez los mellizos se olvidaran de Dante, al recordar al amigo anterior. Lucas negó con la cabeza. No seas tonta, mamá, dijo divertido el niño. Lukilú era de mentira y Dante es de verdad... La respuesta de Lucas solo hizo que su madre se sintiera más preocupada. ¿Qué tipo de amigo imaginario era ese?

Los días pasaron, y la presencia de Dante en la vida de Lucas y Lucía se hizo más constante. Los niños pasaban horas hablando con su amigo invisible y, a menudo, se quedaban solos en su habitación, riendo como si alguien más estuviera allí. Las preocupaciones de su madre se intensificaban con cada día que pasaba.

Una noche, mientras los dos hermanos estaban en su habitación con la puerta cerrada, su madre decidió escuchar desde el pasillo. Lucas y Lucía parecían estar teniendo una conversación, pero también había otra voz, una voz susurrante y siniestra que acompañaba a las de sus hijos. Lucrecia abrió la puerta de golpe y solo encontró a sus hijos sentados en la cama, pero estaba claro que no estaban solos. Lucas la miró con ojos vacíos y una sonrisa malévola. ¿A quién estás buscando, mamá?, dijo Lucas en un tono que no era el suyo. Eso mamá, ¿a quién estás buscando?, repitió Lucía con el mismo tono monocorde de su hermano.

Luego, al unísono, los dos añadieron ¡Dante está detrás de ti! Y se echaron a reír, como si estuvieran poseídos. Lucrecia retrocedió, atónita, al escuchar esas palabras y un escalofrío recorrió su espina dorsal. ¿Niños? ¿Qué estáis diciendo?, preguntó, con la voz temblorosa.

Dante, o lo que fuera que ahora habitaba en el cuerpo de los mellizos, hizo que estos se levantaran de la cama y se acercaran lentamente a su madre. Las sonrisas malévolas seguían en sus rostros mientras hablaban al unísono en un tono frío y susurrante: "Voy a devorar el alma de estos niños, y quiero que tú lo veas, para que mi comida sea más dulce". La mente de Lucrecia se llenó de desesperación mientras aquel ser llamado Dante continuaba burlándose de ella.

Pero en medio de la pesadilla, la voz de Lucía, aún presente en algún rincón de su ser, luchó por emerger. Con un esfuerzo sobrehumano, la niña dijo: "El agua, mamá. A él no le gusta el agua".

Lucrecia escuchó las palabras de su hija y reaccionó de inmediato. Agarró a sus hijos y los arrastró fuera de la casa, hacia el río, mientras ellos chillaban y se retorcían como dos almas que ardían en el infierno. El río bajaba muy crecido por las lluvias de las últimas semanas y los márgenes estaban muy resbaladizos. A pesar del peligro, Lucrecia sabía que tenía que hacer algo para salvar a sus hijos de aquel ser. Se metió en el agua y luchando contra la corriente, los sumergió en el río, sosteniéndolos mientras pensaba que así luchaba contra la posesión de Dante.

Finalmente, cuando dejaron de debatirse, Lucrecia sacó a los mellizos del agua, para comprobar horrorizada que ya era tarde para ellos. En su afán de salvarlos, la mujer los había ahogado.

Mientras intentaba reanimar a los niños, escuchó entre el rugido del agua, una voz horrible que decía burlonamente: ¡Ya eres mía! Y lo último que sintió Lucrecia fue cómo una fuerza sobrenatural la arrastraba río abajo, lejos de los cuerpos de los mellizos.

Esa misma noche, en un remanso del río, el espíritu de Lucrecia se desprendió de su cuerpo y, sin saber que estaba muerta ni lo que había hecho, se puso a buscar a sus hijos.

¡Ay, mis hijos!, repetía entre sollozos. ¿Dónde están mis hijos? Y así fue como aquel demonio llamado Dante creó una nueva "Llorona", la primera del viejo mundo. FIN.

(Autoría: D. Writers y A. Alonso. Laberinto de Historias).

cerrada con la nota: No responden, no les interesa.






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