Miro detenidamente esta bella imagen, y se me viene a la mente esta pregunta.
Aquellos amores antiguos, donde una mirada expresaba más que mil palabras.
Donde una tierna y dulce sonrisa acariciaba el alma.
Aquellos amores eternos, profundos y honestos, donde no había lugar para las mentiras, para los engaños, para las traiciones.
Donde el tomarse de las manos y emprender un nuevo y desconocido camino, era un gran desafío. ¡Pero claro que valía la pena!
Aquellos amores que luchaban incansablemente, siempre uno al lado del otro, juntos, para darse la fortaleza necesaria para poder atravesar las inmensas tempestades que le presentaba la vida, y salir íntegros de ellas.
Aquellos amores, que aún cansados por la rutina diaria, siempre al entrar la noche, con una caricia, con una mirada, con un simple te quiero, cambiaba ese estado anímico, dándole fuerzas para no desistir y poder continuar.
Aquellos amores a la antigua, como hoy se los llama. Amores que fueron, son y serán los mejores de todos los tiempos.
Yo sí creo en esos amores y también los llamo amores eternos, amores puros y verdaderos. Lo he vivido en carne propia, porque mis padres fueron el ejemplo.
Nuevamente vuelvo a mirar la imagen, y me remonta a ellos. Donde aprendí el valor de querer con el alma y el corazón.
Los llamaron amores antiguos, amores que no sirven, amores olvidados, amores que no existen. Pero yo sí seguiré creyendo en ellos, y es la mejor bendición para el ser humano.
Aquellos amores, aunque ya sean pocos, perdurarán por siempre a través del tiempo.
(Autor desconocido).
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