Muchas veces he escuchado de algunas personas, que ellas no oran, porque es una pérdida de tiempo, ya que Dios no los escucha. A esas personas, les dedico esta anécdota:
Había un señor que quería mucho ganar la lotería.
Rezaba y rezaba por ello y no obtenía resultados.
Entonces se enojó y le preguntó a Dios, por qué no le atendía.
Entonces Dios se le apareció y dijo: Mi hijo, yo puedo ayudarte a ganar, pero primero al menos ¡compre un billete de lotería..!
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