Hoy no puedo juntar mi mano con la tuya, pero junto las mías para orar por ti.
Hoy no puedo, con mis labios, tocar tu mejilla, pero puedo juntarlos, para orar por ti.
Hoy no puedo, con mis pies, llegar hasta tu casa, pero doblo mis rodillas, para orar por ti.
Hoy no puedo sentarme contigo, a tomarnos un café, pero al tomar el mío, no dejo de orar por ti.
Pero pronto, cuando pueda, hacer todo lo que ahora no puedo, es que te digo a ti que eres especial para mí y que no dejaré de orar por ti.
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