Callar sobre uno mismo, es humildad…
Callar los defectos de otros, es caridad…
Callar cuando se está sufriendo, es heroísmo…
Callar cuando otra habla, es delicadeza…
Callar cuando no hay necesidad de hablar, es prudencia…
Callar cuando Dios nos habla al corazón, es silencio…
Callar ante el misterio que no entendemos, es sabiduría…
Callar ante el sufrimiento ajeno, es cobardía.
Callar ante la injusticia, es flaqueza…
Hablar de uno mismo, es vanidad…
Hablar, debiendo callar, es necedad… Pero hablar oportunamente, es acierto…
Hablar ante una injusticia, es valentía…
Hablar para defender, es compasión…
Hablar con sinceridad, es rectitud…
Hablar para rectificar, es un deber…
Así que, aprendamos antes a callar, para poder hablar con acierto y tino. Porque si la palabra es plata, el silencio es oro.
Dios te bendiga este y todos los días de tu vida.
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