Un hombre se sintió mal en la calle. Cayó al suelo y fue llevado a un Hospital Católico, administrado por monjas, en donde lo operaron del corazón.
Cuando despertó, a su lado estaba la monja tesorera del hospital, quien le dijo: Su cirugía fue un éxito. Sin embargo, existe un asunto que hay que determinar.
¿Tiene usted seguro médico? No, Hermana.
¿Tiene tarjeta de crédito? No, Hermana.
¿Puede usted pagar en efectivo? No tengo dinero, Hermana.
La monja empezó a sudar frío, pero continuó:
Entonces, ¿podrá pagar con un cheque? Tampoco, Hermana.
La monja, ya desesperada, prosigue:
Bueno, ¿tiene algún pariente, que pueda hacerse cargo de la cuenta?
Ah, bueno, sí, sólo tengo una hermana solterona, que es monja, pero no sé si ella pueda pagar.
La monja, lo corrigió severamente, diciendo: Disculpe señor, pero las monjas "no somos solteronas". ¡Estamos casadas con Dios..!
¡Ah, magnífico..! Entonces hágame el favor de mandarle la cuenta a mi cuñado.
Y así fue cómo nació la expresión: QUE DIOS TE LO PAGUE.
Jajajajajá.
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