Todos tenemos un pasado. Yo tengo el mío.
De vez en cuando le permito a mi memoria recorrerlo, sólo para reconocerme por haber logrado tanto y para asegurarme a donde no quiero volver.
Hay cosas que hice de las cuales me arrepiento, otras simplemente no.
Hay palabras que se quedaron muy adentro y acciones que me marcaron hasta la piel, pero no me victimizo porque de alguna manera u otra yo lo permití.
Nadie sabe las cargas de las personas. Nadie sabe qué ansiedad ronda en sus pensamientos o en sus cuerpos.
Para alguien, puede que sólo sean pequeños pasos, pero para mí es toda una vida recorrida.
Reconozco mis logros, reconozco donde he llegado. Me reconozco. Me mantengo de pie, a pesar de que casi anduve de rodillas.
Sigo dejando que el sol alumbre mi ventana. Sigo aceptando lo bueno. Sigo poniéndome como prioridad. Sigo soltando las migajas que quedaban entre mis dedos. Sigo abriendo mis brazos, para recibir lo que merezco.
No soy mi pasado, no soy mi niñez. No soy lo difícil. No soy mis lágrimas, aunque fueron muchas.
Soy lo bonito, lo que vale la pena, y con o sin tropiezos, soy y siempre seré el amor de mi vida.
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