Me encantó esta frase: "Los ríos no beben su propia agua. Los árboles no comen sus propios frutos. El sol no brilla para sí mismo. Y las flores no esparcen su fragancia para sí mismas”.
Y es que vivir para los otros es una regla de la naturaleza. La vida es buena cuando tú estás feliz; pero la vida es mucho mejor cuando los otros son felices por causa tuya.
Les voy a contar una historia, que puede ser un buen ejemplo a seguir, en estos momentos tormentosos que estamos viviendo:
Una joven conducía junto con su padre cuando se toparon con una tormenta. La joven le preguntó a su padre: ¿Qué debo hacer? Su padre le dijo: Sigue conduciendo.
Los carros empezaron a orillarse, pues la tormenta estaba empeorando.
¿Qué debo hacer, papá? Sigue conduciendo, respondió su padre.
Más adelante, un tráiler también se estaba orillando. Ella le dijo: Papá, ¿debo detenerme? Es terrible y todo el mundo se está deteniendo. Su padre le dijo: ¡No!, sigue conduciendo. La tormenta era más fuerte, pero ella obedeció a su papá, y pronto pudo ver un claro más adelante.
Después de un par de kilómetros volvió a estar en una zona tranquila, calmada y con el sol.
Su padre le dijo: Ahora puedes parar y salir. Ella dijo: ¿Pero, por qué ahora? Él le dijo: Cuando salgas, mira atrás, todas las personas que se rindieron. Todavía están en la tormenta. Tú no te rendiste y tu tormenta ha quedado atrás.
Amigo mío, si estás pasando por "tiempos difíciles", recuerda: aunque todos los demás, incluso los más fuertes, se detengan o se den por vencidos, tú sigue adelante, porque pronto tu tormenta terminará y el sol brillará y resplandecerá sobre ti otra vez. (Isaías 60, 1-5).
Nunca te rindas. Tú puedes...
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