El Papa Dámaso, la compiló.
San Jerónimo, la tradujo y la ordenó.
Esteban Lacton y Santos Panini, en capítulos y versículos la dividió.
Martín Lutero, la mochó.
Casiodoro de Reina y Cipriano Valera, la adulteró.
La Watchtower, la cambió.
Y el pastor protestante, con ella negoció.
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