Él era lindo. Mandaba mensajes, dedicaba canciones e imágenes tiernas.
Le gustaba dar los buenos días y preguntar: ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu día? ¿Ya comiste? ¡Que llegues bien..!
Él buscaba e iniciaba la conversación y mostraba sincero interés.
Daba su tiempo y le parecía la mejor inversión.
Reía con las ocurrencias y disfrutaba la presencia.
Nada más había, nadie más existía cuando ella a su lado estaba.
Él era tierno, sensible, pasional, abierta, valiente...
Se entregaba con el alma y se arriesgaba apostándolo todo.
¡Hoy él ya no existe!
Le rompieron el corazón, le quitaron un poco de su esencia. Recibió ausencias, olvidos, mentiras, engaños, traiciones... Fue juego, cuando creyó que era verdad.
¡Hoy él ya no existe!
Él aprendió a no buscar tanto.
Hoy goza de placer, juega y se ausenta.
Hoy, ante una ternura, responde con sarcasmo.
Hoy, ante el romanticismo, otorga carcajadas.
Él olvidará las lágrimas que derramó, por quién no lo valoró.
Hoy él está tranquilo, porque sabe que el que se divirtió con él, tiene una cuenta pendiente con el destino. (Anónimo).
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