Que Dios perdone mi soberbia.
Que Dios perdone mi ingratitud.
Que Dios perdone mi arrogancia.
Que Dios perdone mi desidia.
Que Dios perdone mi apatía.
Que Dios perdone mi pereza.
Que Dios perdone mi indiferencia.
Que Dios perdone mi insensibilidad.
Que Dios perdone mi frialdad.
Pero más que todo, Dios perdone mi abandono y mi olvido, de Él mismo.
Señor, Dios Padre, hoy tengo tantas cosas el por qué agradecerte, y en especial por este maravilloso momento.
Te agradezco por mis padres, mis hijos, mis hermanos, mis familiares y mis amigos. Amén y amén.
.