Imagina que es la última fiesta de tu vida. Ya tienes la mesa y la comida, pero te faltan las sillas.
Yo conozco un “Señor” que te las podría prestar. Sólo tienes que saber cuántas necesitas.
Yo ya lo estuve pensando y estas sillas son las que necesito:
Señor, necesitaré de inicio dos sillas. Hay dos personas en este mundo que me amaron desde que nací. Me cuidaron, me educaron, y poco o mucho, me dieron todo lo que tenían, sin esperar nada a cambio. Estaré siempre agradecido por ello: “Son mis padres”.
Necesito otras sillas, porque a fuerza, me tocó compartir la vida con personas increíbles. Me la pasé peleando todo el tiempo con ellos, me quitan mis cosas, se ponen mi ropa sin permiso, entre otras cien barbaridades, pero siempre que los necesito están ahí, no importa lo que pase. Y si volviera a nacer, volvería a pedir que me tocaran a fuerza, porque son mi equipo de vida: “Son mis hermanos”.
Señor, !más sillas por favor!. Necesito sentar a esos hombres y mujeres que escogí para caminar en esta vida, (esos no fueron a fuerza). Ellos han andado conmigo desde hace años. Hemos llorado y nos hemos abrazado con el alma en los momentos difíciles, hemos reído y festejado cuando las cosas han salido bien. Hemos aprendido y hemos madurado juntos. La distancia y el tiempo jamás me han separado de ellos. Sillas para los responsables: “Son mis amigos”.
Necesito otra silla, porque me enamoré, (de una fulana que ni conozco, decía mi mamá), y decidimos hacernos socios en este camino. Un buen día nos tomamos de la mano y empezamos a caminar juntos frente a la vida. Me hace ser una mejor persona cada día. No, no es perfecta, pero me prometió que seríamos felices cada día de mi vida, y lo ha cumplido: “Es mi esposa”.
Necesito otras sillas más, porque tengo que sentar a esas personas que han cambiado mi vida; ya no duermo igual, nunca tengo tiempo para mí, parezco taxi todos los días, hace rato que no como una comida caliente. Pero agradezco infinitamente todo eso, porque he conocido el amor más grande que existe en este mundo. Ellos son el motor de mi vida: “Son mis Hijos”.
Disculpa Señor, pero necesito más sillas y son para esas personitas, que sin yo haber hecho nada, de repente caen del cielo, sin tener que pasar por un matrimonio, sin dolores de maternidad y sin las penas del amor, y llegan como una herencia, cuando menos lo esperaba a llenar de amor mi hogar y mi vida. Y cuando los abrazo, estando ya dormidos, abren un ojo y me dicen: "Abu” y mi corazón estalla de felicidad, como pan en el horno: “Son mis nietos”.
Por favor, necesito una última silla, es para alguien muy especial y la más importante: Es para Ti, mi Señor.
Antes que nada, quiero pedirte perdón, perdón por siempre pensar en ti hasta el final. Porque tú siempre me has acompañado, has reído y llorado conmigo, jamás me has abandonado, aguantas mis excesos de trabajo, de estrés, de desvelo y aun así te levantas todos los días, como nadie en este mundo, para estar siempre conmigo. Y quiero que sepas que a Ti “TE AMO” más que a nadie en este mundo.
Esa silla es para ti: “Mi Señor, mi Dios, mi Padre”, pues TÚ lo eres TODO para mí.
¡Listo! Ahora sí nos podemos sentar a cenar, mi mesa está lista.
Gracias Padre Santo por haber puesto a cada uno de ellos en mi vida. Gracias ya que me han ayudado a ser lo que soy en este momento, todo debido a tu Santa Bendición de ayer, de hoy y siempre. ¡GRACIAS SEÑOR!
.