Amado Jesús, no permitas que nuestro corazón se endurezca y nos convirtamos en personas insensibles, que viven su vida sin importarle lo que está sucediendo a su alrededor.
Transforma nuestro corazón y hazlo semejante al tuyo, para que seamos capaces de darlo todo por amor, sin importar la condición de nuestro prójimo.
Crea en nosotros un corazón puro y derrama tu Santo Espíritu.
Quita nuestro corazón de piedra y transfórmalo en un corazón de carne, capaz de amar, sentir y llorar ante las injusticias de la vida.
Amado Jesús, no permitas que nos contagiemos, del virus mortal de la indiferencia.
Amén y amén.
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