nop,
excepto aquella noche de viento gélido y oscuros nubarrones que ocultaban una huidiza luna donde un 'werewolf' buscaba darme algo más que un ¿susto?
recuerdo que cumplía con mi guardia a través de ese angosto pasillo donde cada residente tenía el deber de encerrarse y dejar testimonio marcando un color en cada puerta de su apartamento
siempre comenzaba por el final, por arriba, y descendía por las escaleras laterales hasta alcanzar la sala de reuniones donde se presuponía que ya no quedaría nadie tras su desalojo con el imaginario toque de queda de cada noche
todo iba bien, todos los ancianos habían cumplido religiosamente con su día y se habían retirado a sus aposentos, y durante el circuito no me encontré -como alguna que otra vez- con ninguna señorita "despistada" que había ido a perderse en aquel 'jardín de infancia'
pero esa noche, en ese pasillo que bien lo podría haber contratado Kubrick para su más famoso Resplandor, algo iba a ser diferente, algo iba alterar la monotonía de mi guardia sin fusil, "algo" acechaba en mi penúltima planta
lo sentí desde que bajé y crucé el umbral de la puerta que acotaba esa planta: arañazos; esos arañazos que se hacían cada vez más audibles y que inicialmente quise identificar como algún anciano haciendo una chapuza a esas intempestivas horas
pero no, imposible; imposible porque procedían de la sala de la caldera, sala de calderas de las que solo yo tenía llaves, de la que solo yo -en ese angustiado momento- podría haber abierto o cerrado
me acerqué con interés y curiosidad a partes iguales queriendo imaginar cuándo y por qué ese pequeño y desafortunado animalito había quedado encerrado dentro, o cómo me las ingeniaría para pelearme con un roedor provisto solo de mi imaginación y un manojo de llaves en el cinto
pero esa noche de oscura garganta de lobo la fortuna no estaba de mi lado y cuanto más me acercaba más creía que mis sentidos se equivocaban: los arañazos eran nítidos, su origen estaba en la herméticamente cerrada sala de calderas, y su localización era indudablemente precisa: ¡el pomo de la puerta!, ¡el pomo de la puerta estaba siendo arañado desde el interior!
sentí un escalofrío en la nuca cuando situado frente a ese "algo" que arañaba desde dentro comprendí que sólo nos separaba una delgada puerta de metal, y mi imaginación se disparó: qué animal y de qué tamaño era capaz de rasgar de forma tan rítmica, de forma tan nítida, de forma tan clara con sus garras pidiendo salir de aquel infierno de calor que parecía atormentarlo
tuve la llave maestra en mi mano, tuve la intención de abrir y encarar aquello, y al final tuve la prudencia de pasar y alejarme de esos ya rugidos en la manivela que se perdían tras mi espalda
fue una noche extraña, una noche sin descanso, una noche a la espera de abrir la sala de calderas por la mañana para encontrar ese no-sé-qué
amaneció, abrimos la sala de calderas... ¡y no había nada!