Muchas veces he escuchado de algunas personas, que ellas no oran, porque es una pérdida de tiempo, ya que Dios no los escucha.
A esas personas, les dedico esta anécdota:
Un señor muy devoto fue avisado de que el barrio donde vivía se inundaría.
Todos los vecinos empezaron a empacar sus cosas y evacuar el lugar. Varios se ofrecieron para llevarlo, pero él decía: No, gracias. Dios me salvará.
Empezó a llover. El río se desbordó y todo se fue llenando. Rescatistas pasaron en barco y lo quisieron llevar. Pero él siempre repetía lo mismo: No, gracias. Dios me salvará.
Por fin todo se llenó tanto, que el hombre tuvo que subirse al techo de su casa. Pasó un helicóptero y lo vio. Hicieron de todo para convencerlo a subir, pero él se resistió.
Al final las aguas subieron tanto, que el hombre se ahogó. En el Cielo, muy irritado, le preguntó a Dios el por qué lo dejó morir, a lo que Dios le responde: Mi hijo, hasta un helicóptero he mandado para salvarte, pero vos no quisiste subirte.
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