1- Hay que levantarse y valorar cada instante que pasa y está en nuestras manos. No debemos desperdiciar un solo momento. Por la gracia divina nos encontramos en el inicio de un nuevo año. El nuevo año, el cual sólo Dios sabe si veremos su fin, debe ser utilizado en reparación por el pasado y en la preparación para el futuro.
2- Estoy abrumado por la incertidumbre de mi futuro, pero valoro la esperanza viva de ver mis sueños cumplidos. Porque el Señor no puede poner pensamientos y deseos en el alma de una persona si no tiene realmente la intención de cumplir con ellos, y satisfacer estos deseos, que solo Nuestro Señor ha causado.
3- Ten cuidado de tu espíritu, huye de la ociosidad y todas las conversaciones inmorales. Siempre recuerda las palabras del apóstol, que nuestra virtud se conserva en vasos muy frágiles.
4- La ansiedad es uno de los mayores traidores que la verdadera virtud y devoción sólida jamás puedan tener. Uno debe tener cuidado de esto en todas las ocasiones, sobre todo en la oración. Y para tener éxito mejor sería bueno recordar que las gracias y consuelos de la oración no son aguas de esta tierra, sino del cielo. Por lo tanto todos nuestros esfuerzos no son suficientes para lograrlo. A pesar de ellos es necesario prepararse con gran diligencia, pero siempre con humildad y tranquilidad.
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