Yo nací del vientre de una madre grande, crecí en las entrañas de un pueblo pequeño.
Tuve la fortuna más vasta del mundo, en una alcancía con forma de cerdo.
Disparé a la luna con un tirachinas, una noche amarga sedienta de leche.
Me costó trabajo distinguir la vida en algunos casos, de la misma muerte.
¿Qué serás, pequeño cuando te hagas grande? ¿Qué serás, pequeño?, me decía la gente.
Aún no alcanzaba ni el metro de altura y ya contestaba: quiero ser valiente.
Quiero ser poeta de la gente triste, no olvidar a nadie que tenga una pena.
Crecí en las entrañas de un pueblo pequeño y nací del vientre de una madre buena.
No olvido los lodos en los que he remado, soy de la estatura de quien tengo enfrente.
Aún no ha nacido ningún ser humano, que busque mis manos y no las encuentre.
Puede que enloquezca de tanta cordura. Puede que enmudezca de gritar tan fuerte, pero si me duermo por todos los siglos, por todos los siglos dejadme que sueñe, que es posible un mundo para los que sufren, que es posible un mundo para los que sobran, que es posible un mundo para los que pierden y es posible un mundo para los que estorban.
Aún no alcanzaba ni el metro de altura y ya contestaba: quiero ser, poeta.
Aún no ha nacido ningún ser humano, que no tenga un sitio en mi humilde libreta.
(MAGDALENA SÁNCHEZ BLESA).
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