A los cuarenta y más, los sentimientos son más verdaderos, las sonrisas más honestas, las miradas ya no son como antes, se volvieron menos sonrientes. Ahora brillan más que las estrellas...
A los cuarenta y más, rompes estereotipos vanos, destrozas prejuicios estúpidos, desnudas la hipocresía, doblegas a los embusteros, pues no hay más sabio que tu piel marcada, tus mil historias rotas, y tus cientos de victorias ganadas...
A los cuarenta y más, ya no crees en cuentos baratos. Crees más en promiscuas, que en decentes. Ahora tus besos son más apasionados, más delirantes, más sucios y descarados...
Tus labios ya no son pasajeros, sino que ahora retiemblan en la piel. Ahora te gimen te gritan, se mojan, te vuelven poesía...
A los cuarenta y más, tu cuerpo no es el mismo. Lo han moldeado las batallas y las glorias. Ya no crees en medidas, ni pesos, ni en cuerpos perfectos... Ahora anhelas un alma perfecta, con proporciones de amores eternos, que siempre luche a tu lado, y el miedo al fracaso, le pela los dientes...
A los cuarenta y más, ya no estás para dudas, ni tontas cobardías. Los riesgos y crisis se vuelven oportunidades... Prefieres las mentes locas, retorcidas y leales. Ya no remiendas corazones quebrados, tú los construyes, los moldeas, les das vida, compartes tu vida...
A los cuarenta y más, tu corazón ya no es una ganga. No pides limosna, no suplicas, no imploras... Ahora tú escoges, tú eliges, tú enseñas. Tu amor no hace feliz a los mediocres sin alma. Tu amor protege, ruboriza, cura, chorrea, desbarata, aniquila en la cama...
A los cuarenta y más, te vuelves sueño, te vuelves magia...
(Jr. arenivas a una tapatía).
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