Nos ha pasado, que en ocasiones, nos sentimos desanimados, sin deseos de luchar y sin esperanza.
Nos rendimos ante las circunstancias de la vida y pensamos tirar la toalla.
No le encontramos un sentido a la vida y nos cuestionamos para qué nacimos.
Todos estos sentimientos derrotistas, son manipulaciones del enemigo. Él es un mentiroso, y el taller donde trabaja es nuestra mente.
Por eso siembra la duda, el miedo y el temor, para robarnos la paz, la alegría y la confianza en Dios.
Pero recordemos, que en Cristo Jesús, somos más que vencedores.
"El ladrón sólo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia". (Juan 10, 10).
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